jueves, 26 de marzo de 2015





"...casi lloro porque sentí que también yo había entrado en el engranaje absurdo del trabajo y de los papeles y que me habían robado mi tiempo. Porque después de todo mi tiempo es mío y yo debiera ser dueña de gastarlo y malgastarlo según mis ganas. Quiero decir: me pasé la mañana buscando papeles justificativos para que me dejen robarme el tiempo en paz. La verdad: trabajar para vivir es más idiota aún que vivir. Me pregunto quién inventó la expresión "ganarse la vida" como sinónimo de "trabajar". En dónde está ese idiota."

     Pizarnik


 "Sí, las primaveras de veras te necesitaban.
 Varias estrellas te pedían que las rastrearas. 
Se alzabaen el pasado una ola hacia ti, 
o cuando pasabas por una ventana abierta, 
se te entregaba un violín.
Todo esto era una misión, 
¿pero fuiste capaz de cumplirla?
¿No estabas siempre distraído por la esperanza,
como si todo ello te anunciara a una amada?
 (¿Dónde intentas alojarla, 
si en ti los grandes pensamientos extraños
entran y salen, 
y con frecuencia se quedan durante la noche?)."


            Rilke, Elegías de Duino

lunes, 23 de marzo de 2015



     "La sociedad de la transparencia"

             Byung-Chul Han

   Para los que como yo tenían la transparencia por virtud, este ensayo desmonta la idea pieza a pieza. Byung-Chul Han, filósofo y analista del presente más absoluto, parte de la idea de que uno no es transparente ni siquiera para sí mismo. Esperar que las relaciones con los demás sean del todo transparentes no sólo es utópico sino improductivo.

   Por paradójico que parezca, es precisamente la falta de transparencia lo que mantiene vivas las relaciones con los demás...y Han lo explica magistralmente. En primer lugar, donde domina la transparencia, no se da ningun espacio para la confianza, ya que ésta sólo es posible en un estado medio entre saber y no saber. Si lo sabes todo de mí, ¿por qué voy a pedirte que confies en mi? Gracias a no saberlo todo, la confianza florece, y tiene razón de ser. 

   Por otro lado , "El alma humana necesita esferas en las que pueda estar EN SÍ MISMA, sin la mirada del otro". Cita de Nietzsche, quien dijo que  "todo lo que es profundo ama la máscara." De hecho "máscara"  significaba originariamente "persona", y es en este espacio íntimo, donde uno está solo, que una dimensión más profunda del ser puede desarrollarse. La máscara aquí no es hipocresia sino el derecho a permanecer fuera de la mirada de los demás y avanzar genuinamente.

   Otro de sus grandes temas, relacionado con la sociedad transparente, es el positivismo. Ser positivo, todo el tiempo, resulta un trabajo fatigoso. Se respira un cierto agotamiento respecto el imperativo de estar contento a todas horas. Y es que la sociedad positiva en la que vivimos no admite sentimientos negativos, y por lo tanto perdemos destreza en enfrentar el dolor y el sufrimiento. Hay que eliminarlos a toda costa, como la peste, antes de que hagan nido y se instalen en nosotros. Esta falta de habilidad en la gestión de lo negativo es lo que precisamente produce esta sociedad exhausta, cansada y deprimida, y , ¿quién lo diría?, justamente por exceso de positividad. 

   Han lo ilustra con el "Me gusta" de facebook. No existe un botón para decir "No me gusta". "La sociedad positiva evita toda modalidad de juego de la negatividad, pues esta detiene la comunicación."

   En la sociedad expuesta, que escoje exhibirse a sí misma, cada individuo es el artífice de sí mismo como objeto publicitario. La preponderancia de la imagen y la inmediatez con que se la exhibe privan de reflexión estética, del íntimo regodeo contemplativo. Para decir "Me gusta" no hace falta haber mirado mucho rato. Las imágenes se vacían de sentido y la mirada desaprende a disfrutar de lo contemplado.

Mal augurio el de Han: la sociedad transparente es una sociedad sin poetas. ¿Y que nos espera sin poesía? Sin poesía y sin trascendencia. Una sociedad de narcisistas que cuentan nimiedades, que exhiben pornográficamente una supuesta intimidad, y unos contempladores pasivos, acelerados, engullidores de datos  y de la privacidad de los demás. Eso si, todos hiperinformados e 
hipercomunicados. Inmensamente solos.  

Que se pare el mundo, que me bajo.

Por Sílvia Ardévol

domingo, 22 de marzo de 2015




"No hay situación tan terrible que no pueda ser aliviada por el descanso momentaneo que aporta la mente cuando la contempla estéticamente"

 George Santayana, "el sentido de la belleza"


                        Elías Canetti, Apuntes II

   "Resulta difícil calar hondo en los demás y permanecer uno mismo intacto"


miércoles, 18 de marzo de 2015


Sándor Márai, "El último encuentro"

   Márai es quietud, una quietud que se trasluce en las conversaciones que sostienen sus personajes, que dialogan a la vez como si tuvieran toda la vida por delante y como si esa ocasión fuera su último encuentro.  Así reza el título de esta obra magistral del escritor austro-húngaro, "El último encuentro", por lo que en esta ocasión ya sabemos con seguridad al empezar a leer que esta vez sí, que se van a decir cosas importantes porque es la última vez. 

  Cuarenta y un años y cuarenta y tres días han estado dos amigos sin verse. El general, y su invitado, pertenecientes a distintas clases sociales, separados por diferentes inclinaciones y unidos por el hecho de haber amado a la misma mujer. Entre ellos hubo un conflicto y un secreto, que en esta velada y en la larga conversación va a desentrañarse, con la lentitud de lo que merece deshilacharse despacio, exponiendo la urdimbre sin llegar a un claro desenlace. 

   Desde la vejez, si su mejor amigo lo quiso matar o los pormenores de las veces y maneras en que se acostó con su mujer han perdido importancia. No son esas las dos preguntas que quiere formularle el general, quizás porque conoce las respuestas o porque quizas el paso del tiempo resta trascendencia a esas cuestiones. " Todo eso que la gente llama "engaño", esa rebelión triste y aburrida de los cuerpos hacia una situación y hacia una tercera persona, resulta terriblemente insignificante, casi penoso, si lo miramos desde la distancia del tiempo, al final de nuestra vida; algo parecido a un accidente o un 
un malentendido."

" Existe la verdad de los hechos, ocurrió esto y lo otro. Sin embargo, a veces los hechos son solamente consecuencias lamentables de otros hechos. Uno no peca por lo que hace sino por la intención con que lo hace."
Entender puede resultar catártico, y eso es lo que busca el general, comprender. Lleva 41 años preparándose para esta conversación. Las intenciones permanecen ocultas tras un velo, y el lector no logra tampoco entrar a fondo en los motivos de un interlocutor más bien silencioso, que se entreabre a las reflexiones del general. Reflexiones sobre la amistad como la más elevada y honorable de las relaciones humanas, como Cástor y Pólux, Gilgamesh y Hekidu, amigos legendarios, nunca libre de un atisbo de erotismo, pero no del que precisa del cuerpo, no; más bien el cuerpo resulta un estorbo. "En el fondo de todo amor, de todo cariño, de toda relación humana, late el erotismo."

"Nosotros éramos amigos", le espeta el general más adelante."Entérate de una vez, por si todavía no lo sabes (...) Éramos amigos, y esta palabra tiene significados cuya responsabilidad sólo conocen los hombres. Tienes que ser consciente de la absoluta responsabilidad que contiene esta palabra (...) Éramos amigos, y no hay nada en el mundo que pueda compensar una amistad. Porque si tú y yo no hubiéramos sido amigos, no habrías levantado el arma contra mí aquella mañana, en el bosque, durante la cacería."

Efectivamente, hace falta ser amigo de alguien, muy amigo, para inspirarle también el deseo de matar. 


Márai se entretiene también con reflexiones sobre vejez ...se envejece por partes, dice: los ojos, las piernas, el estómago, el corazón..."más tarde, de repente, empieza a envejecer el alma(...) cuando se acaba el deseo de placer, ya sólo quedan los recuerdos, las vanidades, y entonces sí que envejece uno, fatal y definitivamente. Un día te despiertas y te frotas los ojos, y ya no sabes para qué te has despertado. "

La noche ha ido avanzando, en la sala permanece la imagen de dos ancianos enjutos,  diminutos en las sombras, que casi se desvanecen en la oscuridad. 

Pero hay una última pregunta por responder en este último encuentro.

 " ¿Crees tú también que el sentido de la vida no es otro que la pasión, que un día colma nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo, y que después arde para siempre, hasta la muerte, pase lo que pase? ¿Y que si he­mos vivido esa pasión, quizás no hayamos vivido en vano? ¿Que así de profunda, así de malvada, así de grandiosa, así de inhumana es una pasión?… ¿Y que quizás no se concentre en una persona en concreto, sino en el deseo mismo?… Tal es la pregunta. O puede ser que se concentre en una persona en concreto, la misma siempre, desde siempre y para siempre, en una misma persona misteriosa que puede ser buena o mala, pero que no por ello, ni por sus acciones ni por su ma­nera de ser, influye en la 
intensidad de la pasión que nos ata a ella. Respóndeme, si sabes responder —dice elevando la voz, casi exigiendo."

— ¿Por qué me lo preguntas? —dice el otro con cal­ma—. Sabes que es así.”

Así, aunque "todo se convierte en polvo y ceniza, incluso los hechos", haber vivido una pasión, haberla experimentado hasta el fondo de uno mismo, quizás sea la legitimación mas poderosa de una existencia que se acaba. ¿Lo pensó Márai cuando el 21 de febrero de 1989 se disparó un tiro en la cabeza, siendo un anciano, con el fin en frente? 
No me cabe la menor duda. 

Por Sílvia Ardévol

domingo, 15 de marzo de 2015

                                               

                                         

Marc Strand


  “El tiempo transcurre rápidamente, 
             nuestras penas no se transforman en poemas, 
   y lo invisible permanece como es.
El deseo ha volado, 
               dejando sólo un rastro de perfume tras de sí”


sábado, 14 de marzo de 2015


         
   

Una carta de amor, Cortázar

                                         
"Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad."

miércoles, 11 de marzo de 2015




                                                       Béla Hamvas

          "La filosofía del vino"


   Este libro menudo contiene todos los elememtos para constituir una verdadera exquisitez: apela a los sentidos, es breve y conciso, y te hace sonreir mientras lo lees. El escritor húngaro cita de Baader, según quien todo pensamiento ha de empezar por los sentidos, y de ahí su arranque con toda una apología de la boca como fuente de experiencia inmediata. Los ojos quizas sean el más abstracto de los sentidos, mientras que la boca engulle lo que desea, como si sólo consiguieramos saber lo que es algo si lo saboreamos, como hacen los bebés y después olvidamos de adultos. Con la boca hablamos, comemos y besamos: en el primero con un movimiento hacia afuera, en el segundo hacia dentro y el maravilloso movimiento en círculo, hacia dentro y hacia fuera que se produce con el beso. 

   El puritano y el cientifista son objeto de su ataque por igual, ambos comparten temperamento y la convicción intransigente de estar en lo correcto. Para ambos los sentidos tienen que ser rechazdos, como fuente de pecado o de falso conocimiento. 

   Hamvas coloca los sentidos provocativamente encima de la mesa, empezando su digresión por los aromas y los aceites. Alguien dijo una vez que el primer hombre que comparó a una mujer con una flor era un poeta; el segundo era un imbécil. Igual podría parecer con el símil del vino. Pero es que aquí el autor se centra en el perfume que emana el cuerpo de una mujer como si ahí estuviera su secreto. Y esa ilimitada riqueza en aceites exuberantes los concentra en sus tres zonas más eloquentes: las comisuras de los labios, la parte interior del muslo y la corva, la parte donde de se dobla la pierna, opuesta a la rodilla. En ésta se entretiene: " aunque parezca una estupidez, para mí es allí, en ese lugar, donde la mujer es más 
mujer. No sé por qué. Pero allí, en los hoyitos de la corva, emanan sus fragancias unos aceites cuya intensidad no tiene parangón". Desde estos rincones de la mujer de donde dice se percibe "el grado y el caracter de su inteligencia erotica" salta a subrallar lo que pretendía: la individualidad de cada vino. Sus aromas particulares le conceden espiritualidad em forma de "súbita llama de alegría que se expande por nuestro interior y nos hechiza."

   Con su descripción de los pueblos productores de vino hace que uno se sienta afortunado de venir de una tierra protegida de la abstracción, por eso dice que los grandes pueblos del vino, los griegos, los dálmatas, españoles, etruscos, italianos, franceses, húngaros...pocas veces tienen lo que se llama ambiciones históricas a nivel mundial. Son lugares idílicos, "llenos de rincones donde uno podría detenerse, sentarse, instalarse y decir "aquí me quedo". 

   La genialidad de su catálogo de procedencias de vinos húngaros no tiene desperdicio: algunos son buenos para escribir cartas, otros para tomar decisiones rápidas, hasta los hay en el llano terapéuticos para las heridas mas sencillas de la vida... 

   Decía que este libro es una exquisitez y me equivocaba. Hamvas dice que beber es mucho mas erótico que comer, y que es el pariente mas cercano del amor. Diré entonces que esta lectura es un sorbo pausado, un beso líquido de altura, que predispone todos los elementos para convertir en un arte sacro la siguiente copa de vino. Placer asegurado. Abstenerse los abstemios. 

Por Sílvia Ardévol

jueves, 5 de marzo de 2015



                          
                      


 Albert Camus, "Verano y Bodas"


  Hay en Camus una fidelidad a la luz en la que nació y en la que, dice él, "desde hace millares de años los hombres aprendieron a celebrar la vida hasta en el sufrimiento". Esta es la gran exaltación en toda la obra de Camus, pero sobretodo en este libro exquisito, "Verano" y "Bodas", donde la vida es no sólo celebrada sino cantada en sus elementos más imperceptiblemente líricos. El cielo, "fresco como un ojo lavado", la gloria fragil del día representada en su luz cambiante. Esa misma luz que representa también la garantía de que el mundo vuelve a empezar todos los días, en una claridad siempre nueva.

   En esta gran celebración de los sentidos, los elementos más sencillos son los protagonistas absolutos. El mar, por ejemplo, que "nos precede y nos sigue" que (...) "pasa y permanece" "Así" dice Camus, "seria menester amar, siendo fiel y fugitivo. Me caso con la mar". 

   Son en realidad, unas bodas con la vida, en esas raras ocasiones en que uno se siente que desempeña bien su papel, que está a la altura del oficio de ser hombre. Si pudiera repetirse contínuamente esta sensación ante las cosas, ante la luz, ante el mar, en "una revirginidad perpetua de la emoción" que decía Pessoa...

  Apunta  también Camus que "la obra de un hombre acaba siendo a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, pero casi nunca su propia historia". Hasta que punto consiguió él arrastrar esta percepción fuera de su Argelia natal, mezclado con la multitud en Occidente, sin la cercanía perpetua de "toda una raza, nacida del sol y del mar, que extrae su grandeza de su sencillez. "

   Pero en esta obra digna de ser releída constantemente, hay una invitación a satisfacer "esas dos sedes que no puede uno engañar mucho tiempo sin que el propio ser se deseque: AMAR Y ADMIRAR." Y es que no se trataba sólo de mirar con atención, de abrir los sentidos 
a las cosas hasta admirarlas. Toda esta celebración quedaría incompleta si se viera privada de de ese paso más allá que es amar. No es incompatible la decepción con el ser humano, maldecir sus miserias y sus tragedias, y con todo, poder seguir tendiendo la mano hacia el otro. No es tarea fácil combinar tener un ojo abierto al dolor ajeno y otro a la belleza para cantarla

   Ésta es la gran reflexión que quisiera apropiarme de este libro exquisito, que más que anotar quisiera tener presente también, todo el tiempo:

"Me gustaría precisamente no eludir nada y conservar intacta una doble memoria de las cosas. Sí, existe la belleza y existen los humillados. Cualesquiera sean las dificultades de la empresa no quisiera ser yo infiel ni a la una ni a los otros. "

   Fidelidad a la belleza y a los humillados. Conseguir vivir con esta doble conciencia de las cosas es conseguir ejercer el oficio de ser hombre. 

Por Sílvia Ardévol




lunes, 2 de marzo de 2015



     "Nosotros partimos y la belleza permanece
    Nosotros miramos hacia el futuro
    y la belleza vive en un eterno presente.
    La lágrima es un intento de permanecer,
    de quedarse rezagado"

                           Joseph Brodsky




      "Hay tanta literatura por vivir,
            y tanta vida por leer"

                            Ponç Pons