martes, 31 de mayo de 2016



"El ser humano no cambia, pasa por diversos estados y en cada estado habría que ponerle otro nombre, dando así a entender que no nos hallamos ante la persona que conocimos en un estado anterior."

IMRE KERTESZ, Diarios de la Galera

lunes, 23 de mayo de 2016



EL MIEDO A LA LIBERTAD



    Ojeando el diario un día tras otro, me invade la sensación tan bien explicada por Erich Fromm en El miedo a la libertad de que en realidad el ser humano en general huye de tener que decidir. Parecería algo que se pone más de manifiesto cuando surgen régimenes totalitarios, pero lo curioso es que también en las llamadas democracias el individuo huya de la soledad y del aislamiento permitiendo que los imperativos sociales regulen su forma de entretenerse, sus ocupaciones, sus relaciones con los demás. Entristece pensar que después de haber logrado el derecho a expresar nuestros pensamientos seamos incapaces de tener pensamientos propios. Ni siquiera la idea de qué nos hace felices la dejamos brotar de nuestra cosecha y vamos viviendo con un trabajo que no nos llena, con unos amigos con los que whatsappeamos sin hablar. ¿Cómo vamos a poder votar con criterio, a enfrentar enfermedades y pérdidas, a tener opiniones originales? La terrible "autoridad anónima de la opinión publica como instrumento de conformidad" opera sin tregua en nuestras sociedades civilizadas y democráticas. Y nos mantiene ocupados, sin pensar mucho, no fuera que nos descubrieramos solos e infelices, cuando está tan de moda la felicidad.


Publicado En El País, por Sílvia Ardevol

http://elpais.com/elpais/2016/05/27/opinion/1464369879_467621.html

sábado, 21 de mayo de 2016




Aquel minuto fue,
                 sin rival,
                 el mejor minuto de mi historia.

                 Mi soledad atareada
                 dejó de ocuparse de mi
                 para pasar a otras cosas:



                  un pedazo de viento,
                  jadeante, 
                  enarbolado en consigna;
                  un dedo casi diestro
                  que señala el vientre
                  de un pájaro en pleno canto;
                  un ojo emocionado,
                  fuera de mi también,
                  que le cuenta al mundo
                  que todo lo bello era verdad.



 Por Sílvia Ardévol

           
    


viernes, 20 de mayo de 2016



"Dónde estarás, dónde estaremos desde hoy, dos puntos en un universo inexplicable, cerca o lejos, dos puntos que crean una línea, dos puntos que se alejan y se acercan arbitrariamente (...) y sin embargo los dos, Maga, estamos componiendo una figura, vos un punto en alguna parte, yo otro en alguna parte, desplazándonos, y poquito a poco, Maga, vamos componiendo una figura absurda, dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí,  ¿ahora entendés?, un ángulo recto, una línea que sube, de aquí para allá, del fondo al frente, hacia arriba, hacia abajo, espasmódicamente, frenando en seco y arrancando en el mismo instante en otra dirección, y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido."


                          Rayuela, J.Cortázar


sábado, 14 de mayo de 2016



                              "He sacado una silla al balcón, y me he sentado a vivir"

                                    Rafael Espejo, Hierba en los tejados

miércoles, 11 de mayo de 2016



En el país llamado “Más o menos”


Yevgeny Yevtushenko

Vivo en el país llamado Más o Menos,
donde,
muy extrañamente,
no hay ningún partido oficial llamado Masomenosista…  
donde ellos
leen a nuestros escritores clásicos… más o menos.
Donde a veces,
hasta los distinguidos ciudadanos
se enamoran (más o menos),
pero a veces,
después de algunos meses
ya no hay  besos,
los unen sólo los pesos.
Entonces  no son ajenos,
más o menos.
"¿Es verdad, señor, que todos beben en su  país Más o Menos?”
"Hay algunas personas que no beben nada…
más  o menos…”
“Difícil de creer, señor,”
"Ni siquiera algo así como…
una gota. Más o menos.”
“¿Qué tipo de gente es aquella, la de su amado pueblo  
del país llamado Más o Menos?”
Son más o menos agradables…
Más o menos honestos…
Unas veces menos, otras veces más…
“¿Está Usted, señor, orgulloso de su gran país,
llamado Más o Menos?”
Hmmm… Más o menos...
Por lo general, somos generosos más o menos...
suficientemente amistosos…  menos o más...
Por supuesto, todos estamos por la paz...
un tanto más, un tanto menos...
Por supuesto, tenemos algunas pequeñitas,
pero más o menos
desagradables guerras. 
En cada esquina,
en cada cocina de cada casa
cuando las esposas y los esposos están algo  
así como peleando discretamente,
tenemos nuestra propia Chechenia doméstica,
y un Irak privado,
ondeando un trapo húmedo de cocina
como una bandera nacional,
cuando  las  sandalias y las planchas
a veces vuelan por encima de las cabezas
como ovnis…
sin embargo, apreciamos nuestros valores de familia...
más o menos…
En nuestras cortes de justicia  tenemos
más o menos incorruptibles jueces,
en nuestros centros de investigación
hay pensadores, más o menos insobornables.
Una  más o menos  bella mujer me susurró:
“Estoy más o menos enamorada de Ud.
Más o menos para siempre…”
Me gustaría pararme frente a Dios,
así como soy,
no algo así como más o menos.
No estar  más o menos feliz
En esta más o menos vida…
En esta más o menos  libertad




     



martes, 10 de mayo de 2016



¿CUANTA VERDAD NECESITA EL HOMBRE?

 Rüdiger Safranski


La conciencia es la que pregunta por la verdad, y por lo tanto la responsable de arrebatarle al ser su prístina levedad. Y como en la adultez sucede inevitablemente la mezcla de nuestra propia química con lo extraño, toparse con lo trascendente es inevitable. En esta obra Safranski explora las diversas maneras en que diferentes autores, filósofos y otros personajes históricos se relacionaron con lo trascendente o con su noción de la verdad. 

Hay los que se encierran en el mundo que ellos mismos han creado. Desde la gran comunión de Rosseau consigo mismo y con el instante,  y el sentimiento exaltado de autoposesión que deriva de esta fusión de lo interior con lo exterior, al pesimismo dionisíaco  de Nietzche en el que celebra la vida con una pasión incesante después de que no quepan huidas al más allá, soltando también el lastre de querer conocerlo todo y siendo consciente del eterno retorno y la circularidad sin sentido del tiempo, sin desfallecer por ello. Son hombres que se sienten que no son de este mundo. 

Kant en cambio pretende aproximarse a la cuestión de la verdad atrapando la paradoja de que sea la razón precisamente la que nos obliga a plantearnos cuestiones metafísicas y que despues nos obliga a admitir el caracter irresoluble de buena parte de ellas. Y como la mente sufre de horror vacui, le horroriza el vacío, tiende a llenar la falta de respuestas con especulaciones disparatadas. 

La parte más espeluznante de esta exposición del hombre tras su verdad se ve ejemplificada en el caso sórdido de Hitler y Goebbels. Querer dar una dimensión metafísica a las frustraciones personales en la mayoría de los casos no tiene mayor repercusión. Pero si este equívoco se produce en el ámbito del poder, la cosa se complica. Cuando señalaron a los judíos como los culpables de su propio fracaso vital y dimensionaron al ario como al "portador de luz", estaban apelando a un pathos cósmico con unos objetivos geopolíticos muy concretos. El tono de trascendencia que se puede leer en fragmentos que cita Safranski de los diarios de Goebbels pone los pelos de punta: "cuanto más me elevo y me acerco a Dios, más cerca estoy de mí mismo (...) ¡Echo fuego! ¡Despido luz! Ya no soy un hombre. Soy Dios."
Hay una tradición metafísica que los totalitarismos, dice Safranski, pervierten con una imagen del mundo - y por tanto de pretendida verdad- que se llena de seguidores debido a la crisis espiritual, social y económica que experimenta en ocasiones el pueblo. A su vez la metafíscia totalitaria otorga la seguridad de una fortaleza, "erigida por miedo al campo abierto de la vida". Erich Fromm desarrolla a fondo en su libro El miedo a la libertad"  la sensación de inseguridad, soledad y distanciamento que conlleva la libertad humana y las distintas maneras de escapar de este aislamiento que ha adoptado el hombre a lo largo de la historia. 

Muy distinto el aislamiento de Kafka desarrollado por Safranski como último ejemplo del intento de aproximación a la realidad con sus verdades. Kafka quiere, como el protagonista de El castillo enraizarse en el mundo, comprenderlo, llevar una vida normal. Para él, el acto de escribir es una retirada del mundo pero en cambio su escritura "gira casi siempre en torno al problema de cómo poder hacer un mundo habitable de ese ominoso otro lugar." Dice Kafka: "me ha sido concedido el placer de disfrutar de las relaciones humanas, no así el de vivirlas." 

¿Qué conclusiones saca Safranski de este paseo por las distintas formas de aproximarse a la verdad, con sus peligros y problemáticas? Cuando se va en pos de la verdad, se desea conocer algo que ayude a orientarse en la realidad. Hay que estar preparado para toparse con determinados abismos, y conocerlos ya es un primer paso para no precipitarse en ellos. La verdad segun el autor no es una cualidad de la realidad sino de la relación que establezco con ella. (...) la mayor parte de las veces la relación con la verdad se reduce a MERA FE EN LA VERDAD.  Creemos en la verdad que los especialistas descubren".  Y preferimos la de los especialistas porque si establecemos una verdad nuestra, nos aterra la sospecha de que nos la hayamos inventado. 

El verdadero problema se crea cuando estas verdades trascendentes son propagadas desde el àmbito de la ideología. Cuando la política pretende otorgar trascendencia a las vidas de los ciudadanos más allá de las regulaciones que los son necesarias para convivir, se estan mezclando dos àmbitos de dudosa compatibilidad. Esta política que no ambiciona dar sentido la existencia debería por otro lado respetar -y incluso fomentar a descubrir- en cada individuo su verdad vital. Con las turbulencias y contradicciones que implique vivir una verdad propia, rodeado de otros seres con las suyas. 

lunes, 9 de mayo de 2016



                    LO QUE NO QUISE DECIR


                     SANDOR MARAI



Nadie como Marai para saber captar la envergadura de las cosas en el momento en que estan sucediendo. Los episodios históricos, dice, suelen "pillarnos" sin afeitar y en pijama. El día que Hitler entró en Viena, había muchas cosas que se estaban dando por terminadas. Su misma vida de burgués en Budapest, con sus hábitos de partido de tenis, paseo, escritura de una página diaria de la novela que tuviera en marcha, estaba desapareciendo en ese instante, y Sandor tiene la sensibilidad para captar que algo grande está cambiando. "El escritor y el artista", dice, "son hombres como los demás, y sin embargo, su sistema nervioso es capaz de percibir con más inmediatez y sensibilidad cualquier mínimo cambio en las relaciones existentes entre los seres y el mundo". 


Capítulos inéditos de "Confesiones de un burgués", excluidos por deseo propio del autor, "Lo que no quise decir" es justamente un acercamiento en voz baja, la misma con que narra episodios históricos sin abandonar el tono de confesión, a unos sucesos que marcaron de forma irreversible el destino de Europa. 

El "yo" desde el que narra, era algo en proceso de extinción. La Europa que de alguna forma representaba estaba terminando ese 12 de marzo de 1938. No sonaba música seguramente nos dice "cuando cayó Cartago o cuando Aníbal marchó sobre Roma". Pero el día que Hitler irrumpió en la capital de los Habsburgo sí. Y la sensación del individuo lúcido que captaba la magnitud de lo que estaba sucediendo tras el son de las marchas estridentes fue curiosamente la de verse invadido por un "turbador y confuso sentimiento de vergüenza". 

Y es que "Las entrañas a veces captan cosas que se le escapan a la razón."

En una época como la nuestra resulta muy interesante su visión del nacionalismo "Mientras la humanidad no logre realizar los ideales de una coexistencia social supranacional, creo tener derecho a aferrrar-me a la idea de nación húngara" . Pero no se trataba en abdoluto de un nacionalismo reivindicado desde una pureza racial. Él mismo dice que sólo los necios podrían eludir el hecho de que durante sus mil años de historia el pueblo húngaro se había mezclado con los imigrantes suabos, eslavos y judíos. Buen apunte para un momento en que Europa endurece sus fronteras

Despues de la entrada de Hitler en Viena, hubo todavía un último verano de paz antes de la Segunda Mundial. Era el verano de un mundo que desaparecía, la guerra se vislumbraba sólo como una silueta. "No había guerra, pero lo que había ya no era paz."
En ese momento, lo personal irrumpe como un esterilizador de lo externo. Marai pierde un hijo y la guerra con toda su tragedia ya no es tan dolorosa. Lo peor ha sucedido, y una capa de casi insensiblidad impregna su visión de lo quele rodea.

En la teoria del punto ciego de Javier Cercas planteaba la dicotomía entre el novelista y el periodista. Mientras la novela permite -y de hecho, si es buena debería promover- la ambigüedad en su planteamiento de las grandes cuestiones o incluso en su desenlace y argumento, cuando se habla de hechos ya sea desde un periodico o desde un manual de historia parece que no pueda haber lugar para esta ambivalencia. En un libro como este, situado a medio camino entre un relato fiel a la realidad y la perspecitva íntima e individual de contarlo desde la propia voz, "el punto ciego" se hace a veces evidente en su descripción de seres de carne y hueso que tuvieron su implicación política en los hechos que describe. Un buen ejemplo es el personaje Laszló Bárdossy, Primer Ministro de Hungria que declaró la  guerra a la Unión soviética. Aunque se hace evidente lo que Marai piensa sobre esa decisión, Bárdossy es presentado en toda su complejidad y contradicciones, poniendo de relieve los matices que se esconden detrás de personalidades que acaban determinando el curso de la historia.

Este género híbrido a caballo entre narración de los hechos y la visión subjetiva de los mismos acaba permitiendo abarcar este trozo de la historia de Europa desde una hondura incomparable. Con Marai dan ganas de que nos lo cuente todo, una y otra vez, desde sus ojos.

domingo, 8 de mayo de 2016



"No se puede juzgar el espíritu de un siglo exclusivamente por sus ideas, sus conceptos teóricos, sin tomar en consideración el arte y particularmente la novela. El siglo XIX inventó la locomotora, y Hegel estaba seguro de haber captado el espíritu mismo de la Historia universal. Flaubert descubrió la necedad. Me atrevo a decir que éste es el descubrimiento más importante de un siglo tan orgulloso de su razón científica."
El arte de la novela. Milan Kundera.