lunes, 29 de diciembre de 2014





                      Italo Svevo
      "La conciencia de Zeno"

"Cuando todos comprendan con la claridad con que yo lo hago, todos escribirán. La vida será literaturizada. La mitad de la humanidad se dedicará a leer y estudiar lo que la otra mitad de la humanidad habrá leído”.

   Aron Hector Schitz (1861-1928) representa un paradigma de lo fronterizo en su propia biografia y en los anti-heroes que protagonizan sus novelas. Hasta el nombre que escogió, Italo Svevo, parece querer proclamar un mestizaje, una mezcla, propios de su ciudad también. Trieste era en aquella época parte del imperio Austro-húngaro, pero su condición de fronteriza le permitía albergar multitud de credos y de lenguas. En ésta ubica Svevo los protagonistas de sus tres novelas, siempre con dificultades para integrarse del todo en la sociedad triestina, para entenderse con las mujeres, personajes que se engañan a sí mismos, que sufren la inercia de pasar de puntillas por la vida. Pero todos ellos aspiran a algo más, tienen inquietudes literarias, pero sin éxito. Un poco ineptos, un poco derrotados, se inventan una vida para la que no estan preparados. 


Gracias a su amistad con Joyce y sus lecturas de Freud cuando aprende aleman (que atendía a sus pacientes a menos de dos horas de Trieste) el inconsciente adquiere un papel en su novela "la conciencia de Zeno". Aquí otro de los  protagonistas es el humo, toda la primera parte de la novela gira alrededor de los intentos del anti-heroe para dejar de fumar: "¿me habrá gustado tanto el cigarrillo, tal vez, como para achacarle la culpa de mi incapacidad? ¿Habría llegado a ser el hombre ideal y fuerte que esperaba, si hubiese dejado de fumar? Tal vez fuera esa duda la que me encadenó a mi vicio, porque eso de creerse dotado de una grandeza latente es una forma cómo da de vivir".


El psicoanalista le ha recomendado escribir sus memorias para librarse del hábito. A diferencia de sus otras dos novelas, aquí el protagonista es capaz de mirarse a si mismo con una dosis de humor. La frontera entre lo trágico y lo cómico se desvanece constantemente desde el momento en que un hombre es capaz de reírse de si mismo y de la multitud de situaciones ridículas en las que incurre. No le faltan frescas y ocurrentes disertaciones sobre la belleza ("Uno de los primeros efectos de la belleza femenina en un hombre es el de hacerle perder la avaricia"), la mirada ("las cosas y a las personas y no para maravillarlas"), la vejez ("como soy viejo, ya hace algún tiempo que las mujeres no me miran.Si yo dejo de mirarlas a ellas, quedará cortada toda relación entre nosotros." O "no podía estar un momento tranquilo sin envejecer.A cada recorrido de mi sangre, algo se añadía a mis huesos y mis venas que significaba vejez").


Zeno ejemplifica con sus caóticas y frustradas memorias un sin-sentido más. Todos estamos enfermos, pero ¿no es la vida misma una especie de enfermedad?

"La vida se parece un poco a la enfermedad, porque avanza mediante crisis y lisis y tiene mejorías y empeoramientos diarios. A diferencia de las demás enfermedades, la vida siempre es mortal. No tolera tratamientos. Sería como querer tapar los agujeros que tenemos en el cuerpo por considerarlos heridas. Moriríamos estrangulados, nada más curarnos. "




Por Sílvia Ardevol

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