martes, 14 de abril de 2015


Al difunto Matías Pascal, de Luigi Pirandello

"Semana tras semana
Le trae flores a su tumba.

Paso severo, rostro impávido,
mirando al suelo,
pueblo arriba
-pueblo liviano hasta la nimiedad-
y un ramo apretado en el puño
a homenajear el gran fracaso
de no haber conseguido ser otro.

Inventarse no era tan fácil: 
la máscara pesaba sobre los párpados
y no había plenitud
en el no poder contar
un solo recuerdo genuino.

Mentir no era tan divertido, 
al fin y al cabo.

Extrañaba a Matías con su mediocridad,
con su vida de cactus o de pájaro.
Echaba de menos el ir y venir, 
de la biblioteca a casa,
de casa a la biblioteca,
sus hijas muertas,
la dosis estudiada de azúcar en el café.

Echaba de menos existir con apellidos,
con un abuelo de verdad,
y la posibilidad de ser alguien para el mundo:
denunciar, enamorarse, suicidarse.

La misma alegría ante la libertad
que ante el camino de vuelta a casa.
Ulises triste, que vuelve, 
resignado, a quien fue.

No, no era tan fácil ser otro,
Matías Pascal.
Inventarse cada día fatigaba.

Y ahora levantas un pie tras otro,
y tributas, con un gesto florido,
una existencia vencida y vencedora"

Por Sílvia Ardévol



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