LO QUE NO QUISE DECIR
SANDOR MARAI
SANDOR MARAI
Capítulos inéditos de "Confesiones de un burgués", excluidos por deseo propio del autor, "Lo que no quise decir" es justamente un acercamiento en voz baja, la misma con que narra episodios históricos sin abandonar el tono de confesión, a unos sucesos que marcaron de forma irreversible el destino de Europa.
El "yo" desde el que narra, era algo en proceso de extinción. La Europa que de alguna forma representaba estaba terminando ese 12 de marzo de 1938. No sonaba música seguramente nos dice "cuando cayó Cartago o cuando Aníbal marchó sobre Roma". Pero el día que Hitler irrumpió en la capital de los Habsburgo sí. Y la sensación del individuo lúcido que captaba la magnitud de lo que estaba sucediendo tras el son de las marchas estridentes fue curiosamente la de verse invadido por un "turbador y confuso sentimiento de vergüenza".
Y es que "Las entrañas a veces captan cosas que se le escapan a la razón."
En una época como la nuestra resulta muy interesante su visión del nacionalismo "Mientras la humanidad no logre realizar los ideales de una coexistencia social supranacional, creo tener derecho a aferrrar-me a la idea de nación húngara" . Pero no se trataba en abdoluto de un nacionalismo reivindicado desde una pureza racial. Él mismo dice que sólo los necios podrían eludir el hecho de que durante sus mil años de historia el pueblo húngaro se había mezclado con los imigrantes suabos, eslavos y judíos. Buen apunte para un momento en que Europa endurece sus fronteras
Despues de la entrada de Hitler en Viena, hubo todavía un último verano de paz antes de la Segunda Mundial. Era el verano de un mundo que desaparecía, la guerra se vislumbraba sólo como una silueta. "No había guerra, pero lo que había ya no era paz."
En ese momento, lo personal irrumpe como un esterilizador de lo externo. Marai pierde un hijo y la guerra con toda su tragedia ya no es tan dolorosa. Lo peor ha sucedido, y una capa de casi insensiblidad impregna su visión de lo quele rodea.
En la teoria del punto ciego de Javier Cercas planteaba la dicotomía entre el novelista y el periodista. Mientras la novela permite -y de hecho, si es buena debería promover- la ambigüedad en su planteamiento de las grandes cuestiones o incluso en su desenlace y argumento, cuando se habla de hechos ya sea desde un periodico o desde un manual de historia parece que no pueda haber lugar para esta ambivalencia. En un libro como este, situado a medio camino entre un relato fiel a la realidad y la perspecitva íntima e individual de contarlo desde la propia voz, "el punto ciego" se hace a veces evidente en su descripción de seres de carne y hueso que tuvieron su implicación política en los hechos que describe. Un buen ejemplo es el personaje Laszló Bárdossy, Primer Ministro de Hungria que declaró la guerra a la Unión soviética. Aunque se hace evidente lo que Marai piensa sobre esa decisión, Bárdossy es presentado en toda su complejidad y contradicciones, poniendo de relieve los matices que se esconden detrás de personalidades que acaban determinando el curso de la historia.
Este género híbrido a caballo entre narración de los hechos y la visión subjetiva de los mismos acaba permitiendo abarcar este trozo de la historia de Europa desde una hondura incomparable. Con Marai dan ganas de que nos lo cuente todo, una y otra vez, desde sus ojos.
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