jueves, 7 de mayo de 2015



"Islam y modernidad: reflexiones blasfemas"
Slavoj Zizek

Parecería un libro revulsivo hacia el islam, pero Zizek siempre sorprende. Empieza citando de esa brillante anticipación de Nietzsche de la civilización occidental hacia el Último hombre, "una criatura apática sin ninguna gran pasión ni compromiso."

Porque de nihilismos se ve que había varios, el "pasivo" de buena parte de los occidentales, el nihilismo de estar "inmersos en estúpidos placeres cotidianos", y el "activo" de los radicales musulmanes dispuestos a arriegarlo todo, entregados a la batalla de la autodestrucción. Anemia y pasión, pero los dos estados en el lado equivocado. Que oportuna la cita de Yeats, recojiendo con maestría la complejidad de este antagonismo: "los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores están llenos de intensidad apasionada." 

Pero el diagnostico de Yeats no es completo, según Zizek. Porque justamente la intensidad apasionada de los terroristas es prueba de una falta de convicción. En los fundamentalistas auténticos hay una profunda indiferencia hacia el modo de vida occidental. En un amish de Estados Unidos o un budista tibetano no hay resentimiento ni envidia, no existe la sensación de que el estilo de vida hedonista suponga una amenaza. ¿Por qué entonces esta irritación, esta fascinación en realidad, de estos pseudofundamentalistas hacia el estilo de vida pecaminoso de los no creyentes? Zizek arguye que esto se debe a que no luchan contra el pecador sino contra lo que les supone su propia tentación. 

Walter Benjamin dijo que "cada ascenso del fascismo da testimonio de una revolución fracasada." Hay un potencial revolucionario en la insatisfacción generalizada en occidente que la izquierda parece 
haber desaprovechado o estar desaprovechando. Houellebecq ha 
parodiado -si no profetizado- en su novela "Sumisión" como el movimiento islámico pudiera sacar provecho de este nihilismo pasivo europeo. 
¿Llegaremos a ver el dia en que se generalice seducir a una mujer sea más penalizado que violarla? ¿Qué es más grave, vencer un cuerpo o vencer a una alma? Zizek provoca hasta este punto. No son reflexiones blasfemas hacia el islam ni mucho menos, son reflexiones blasfemas hacia el hombre en sí. Al hijo de la ilustración Zizek también lo zarandea desde las fibras más íntimas, porque quizás la única forma ética de mirar al otro sea, en realidad, desde una carcajada bien honda y sincera hacia lo propio. 

Por Sílvia Ardévol

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