viernes, 29 de mayo de 2015



                                     Richard Sennett, Juntos

  Saber que Sennett fue músico antes que sociólogo hace acercarse a su idea del Homo Faber con otros ojos, porqué quien ha tocado en una orquestra puede hablar con propiedad de lo que es la cooperación. En JUNTOS desentraña su misma esencia, pues parte de los todos los pasos previos que pueden favorecerla. 

  La cooperación es imposible sin una comprensión de la otredad, y aquí entran dos conceptos fundamentales: la dialéctica y la dialógica. En la primera, el juego verbal ha de conducir poco a poco a una síntesis, detectar un fundamento común que haga llegar a una conclusión compartida. No es este el caso de la dialógica. En este término acuñado por el crírico literario ruso Mijaíl Bajtín la idea es solamente comprender al otro. Y para ello hace falta activar todos los mecanismos de percepción, estar atento a los gestos, a las palabras no dichas con el objetivo único de entender del todo lo que el otro comunica. 

  Pero ¿qué sucede cuando se hace evidente que esta comprensión es imposible? Sennet lo ilustra magistralmente con las palabras de Montaigne: "Cuando juego con mi gata, ¿cómo sé que no es ella la que juega conmigo?"  Al trabajar juntos, a menudo será obvio que no entendemos del todo lo que pasa por el corazón y la mente de los demás. Pero igual que Montaigne siguió jugando con su gata a pesar de no saber quien jugaba con quien, la ausencia de comprensión mutua no debería llevarnos a eludir el compromiso con los demás, dice Sennet.  Segun Montaigne también, un gran enemigo de la conversación bien hilada que favorezca la comprensión es la asertividad. En una época en que hasta se imparten cursos de asertividad en escuelas de negocios sorprende la afirmación de Montaigne que odiaba "el fetiche de la aserción" ya que esta elimina directamente al oyente.

  Por ello disfrutaba con los demás de conversaciones dialógicas más que de argumentos dialécticos, mostrando interés por los otros tal y como son. Es sorprendente que aplicara también este principio a su escritura. Sus escritos se llaman "ensayos" contraponiéndolos a "resultados". Montaigne "ensayaba" opiniones al hablar y escribir, sus reflexiones no son concluyentes, abren perspectivas inesperadas en lugar de afirmar posiciones. El formato en fragmentos inhibe la agresividad del lector y rebaja su temperatura emocional con lo que sus reacciones pueden ser más objetivas. 

  En unos de sus ensayos dice Montaigne: "Nuestro yo es un objeto lleno de insatisfación, en el que no encontramos otra cosa que 
desgracia y vanidad. "Sennet subralla que quizás ante esta vanidad 
que nos domina, el único impulso sano sea el de la curiosidad, empujar la mirada hacia afuera. Este mirar más allá de uno mismo puede contribuir más a crear un vínculo social que el imaginar a los demás como reflejo de nosotros mismos. 

  El modelo de Montaigne, quien a pesar de saber que la comprensión total era una utopia seguía sintiendo  curiosidad hacia el otro, debería ser según Sennet el patrón a seguir. Y seguir jugando y trabajando con los demás, sean gatos o hombres, aunque no sepamos si jugamos nosotros con ellos o viceversa. 

Por Sílvia Ardévol

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